La tierra es del que la trabaja con el sudor de su frente,
al que agradece y consiente cuando la sed le rebaja;
la tierra no se relaja ya esté triste o sonriente
siguiéndole la corriente si el que trabaja la abraza.
La tierra es muy consecuente y al final les da sus frutos
brindando sus atributos al disfrute de la gente;
se derrama complaciente y al sol le ofrece tributos
y en sus surcos tan enjutos es amable y complaciente.
Incansable el labrador que abrigándose en un sueño
va imaginando que es dueño, de lo que labra señor;
es como aquel bebedor que embriagando va su empeño
y en su inocencia risueño va repartiendo su amor.
La tierra es humilde y noble, con su aspecto ocre parduzco,
la colora de un pedrusco y la firmeza de un roble
que te ha de compensar doble si con ella no eres brusco,
la firmeza de un etrusco y del tambor el redoble.
©donaciano bueno