Kipy,
Kipy, mi amapola.
Y yo tan lejos de tus islas,
de tus trenes bordados con distancias,
de tu adiós
y de ese pañuelo que se asomó al olvido.
Kipy,
astro constructivo,
noticia blanca,
por tí sería capaz de escapar de la tierra,
de esta incesante sed y su pasado.
Kipy a contraluz y fuego oculto,
agua de tientos, de valles inocentes,
capaz de hondas serpentinas.
Detrás de tí
las mariposas giran,
los cielos son enérgicos azules,
y cada cielo completa con tu rostro
el transparente día
en que verás en el espejo un ángel.
Detrás de tí
tu voz habla con diluvios,
y los diluvios escapan porque el sol los domina,
mil años, dos mil años, cada minuto.
Pido para tí un vuelo de besos,
una flor incandescente
hecha de la tibieza de aquellos corazones de pájaros
cuyo canto mágico esperabas.
G.C.
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