Llegué y el espíritu a mi me esperaba
asechando cruel trás lo desconocido,
con el perfume de ese hedor podrido
su sola presencía a mi me asustaba,
y nervioso andando yo sólo bufaba.
Cómo me enfrento con un ser cuya maldad
lo amarra a vagar, no acepta la verdad
su vida fantasmal aquí ya no existe:
- tengo aún deudas pendientes - me dijiste -
- ¿estás por tú propia voluntad? - te dije -.
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- Tú crees qué existo así yo con paz,
largas, solitarias; negras son las noches,
- refunfuňa mientras lanzaba reproches -
quiero buscar la luz pero esta es fugaz
por ello soy muy vengativo y mordaz.
He de cumplir mi malvada y fiel misión
robar almas para el mal es mi pasión
soy un miserable esclavo de Belsebú
esa es mi gran maldición y mi tabú,
tú qué a mí retas eres mi obseción.
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Estás confundido soy una luz blanca
Dios habita en mi, propago su amor.
Las sombras nunca pueden con el claror
mi voz debe ser qué haga de palanca,
la maldad, tu pena ¡por Dios ya desbanca!.
- Qué te has creído tú mísero mortal,
mi espíritu aunque negro es inmortal
llorarás, sufrirás, sentirás el pánico
se te adueñará, te haré un ser satánico;
malvado ser, mi fé en Dios es total.
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Empieza la lucha, el hombre contra el mal
uno azuza con el pavor y da miedo
el otro pide a Jesús y reza el credo
es la lucha de un büitre y un tijeral,
él tiene temblores se siente fatal,
una negra sombra pasa por su lado
la ventana golpea, el viento es helado
los elementos acceden al poder
y al odio qué tiene ese demonio ser,
al joven le rescata un ángel alado.
Un beso y una flor.
Alfredo Daniel López.