OTRA VEZ (de mi libro “Tal vez son poemas, tal vez son tristezas”)
Todo comenzó ese día
que recordaré por siempre,
en que, en mi angustia, clamando
(pero sin gritos, por dentro),
le pedí al Dios del cielo,
por un amor que a la vida
me trasladase de nuevo;
ya que me sentía muerto
en soledad y silencio.
La vida se me escurría,
los días se me pasaban
y mis brazos extrañaban
eso que antes hacían,
cuando abrazaba a mis hijos
y a la mujer que tenía.
No quiero hablar mucho ahora
de ese asunto del divorcio,
si ella me cerró la puerta,
también la culpa fue mía,
nadie sabía lo que hacía
y nadie salió ganando,
a no ser esas heridas
que aún están abiertas.
Pero por siempre no aflige
el Señor en su enseñanza
y el tiempo necesario
para apaciguar el alma,
puede que esté cumplido
o ¡tal vez no pase nunca!,
mas, si uno está arrepentido,
¡la misericordia abunda!
Sucedió alegremente
y como por casualidad,
en el transporte urbano,
te sentaste a mi lado,
Dios te acercó y a mano
te tuve para hablarte,
te vi y comencé a amarte...
¡y no te dejé pasar!
Lo que sigue ha sido un sueño
y un romance de novela,
tú no querías, pero era
tan impulsivo mi amor,
que no pudiste negarte
y entre caricias y flores,
besos tiernos y poemas,
vencida, pronto dejaste
que te diera mi pasión.
El amor todo lo puede
y no hay quién lo resista
cuando el que ama es sincero,
no me pudiste parar,
penetré tu corazón,
te conquisté te vencí,
la gloria sea a Dios,
¡gracias a Él lo conseguí!
Y le doy la gloria a Dios
porque Él fue el que lo hizo,
¿quién le niega algo a su hijo
si sabe que es para bien?;
ahora estoy florecido,
revivieron mis raíces,
reverdecieron mis ramas
y el fruto a la puerta está.
Tú también lo precisabas,
al amor este que hallamos
y esos: -“Te amo, te amo”,
que me dijiste el viernes
y esos: -“Cuidate y volvé”,
han curado mis heridas,
han matado mis silencios,
me han devuelto a la vida,
¡me han hecho hombre otra vez!
Voy a continuar luchando,
no me voy a conformar
hasta que seas mi esposa,
¡nada me detendrá!,
mi amor es como una llama
que consume mis entrañas
y, hasta que en ellas te quemes,
voy a pelear ¡y pelear!
Todo comenzó ese día
que recordaré por siempre,
en que el micro circulaba
por la avenida y subiste.
Dios te sentó a mi lado,
esto pasó en Asunción,
yo sentí en mi corazón
un vuelco cuando dijiste:
-“Permiso, señor” y otra vez,
sí, ¡otra vez hiciste
revivir, en mí, al amor!
No te dejaré pasar,
serás madre de mis hijos,
otros nuevos que el Señor:
sé que nos concederá;
otra vez voy a tener
ese hogar que perdí,
pero no voy a dejar
que el enemigo me gane...
la vida daré por ti,
¡esta vez voy a triunfar!
Otra vez vuelvo a soñar,
hago planes otra vez,
otra vez puedo abrazar,
besar y mirar los ojos
con amor de una mujer,
otra vez puedo luchar
por las cosas de la vida
y al despertar en mi cama,
hasta ahora tan vacía
y de la boda después,
decir: -“Buen día, querida”,
sí... ¡decirlo, otra vez!