Lo nuestro inició alífero,
con arranque de ciclón,
no tuvimos día de brisa,
nos quemaba la pasión,
el sosiego era utopía,
la quietud una ilusión.
Fue tanto y tanto fuego,
que incineró nuestro amor.
Para cuando nos dimos cuenta,
nada de la pira escapó.
Quedamos estupefactos,
aprendimos una lección,
el exceso de deseo,
es un veneno de amor.