Cuando quieras donde quieras apaguemos esta hoguera
que acabará por extinguir mis ansias
de hacer arder tu madriguera.
Al vaivén de tus caderas
dejar quiero la constancia
en tu piel de esta candela.
Piel de canela
que pone enhiesta mi arrogancia
y cuando quieras
en tu cuerpo he de clavarla.
Hasta rendir tu ciudadela
bajo mis armas.