Cristian Jovani

Un líder Justo (breve historia que tipifica una obra redentora)

no es un poema, ni carta, solo un mensaje que quisiera compartir, una lectura sencilla y diferente (gracias)

 

En una aldea de aborígenes existió un líder justo, este líder era el que decidía con rectitud cada infracción. Dicha aldea tenía una ley, nadie toma lo del otro, el robo era enjuiciado severamente, pues agrede la armonía y la hermandad entre todos.

 Una vez alguien fue sorprendido de robo y el justo juicio en aquella aldea por robar era la muerte a lanzazos, cuando se encontró el culpable del robo esa persona era presentada ante el líder y el decidía y daba la orden para ejecución al acusado. Cuando encontraron al culpable del robo, para sorpresa del líder vio que traían a su hijo, y se entristeció, en gran manera. 

 

Los acompañantes del líder le dijeron:

 

 ¿Dejaras que lo ejecuten a muerte? Eres el líder y él es tu hijo puedes levantar la condena a muerte.

 

 El líder les respodió: no hecho pie atrás, porque soy un líder justo y debo actuar con justicia sea a quien sea aunque venga de mi propia casa.

 

 Al momento de la ejecución al tirarse las lanzas él se puso al frente de su hijo recibiendo los impactos. Al ver tal acción sin previo aviso, los guerreros y todos en la aldea quedaron estupefactos, corriendo los subalternos llegaron a el y le preguntaron porque hizo eso.

 

 El líder semi muerto les responde: soy un líder justo, pero el es mi hijo y lo amo y prefiero morir yo en su lugar.

 

Es precisamente lo que hizo Jesucristo en la cruz, por amor dio su vida por nosotros. Merecemos morir en condenación, pero su gracia no tiene límites y Dios solo pide que creamos que hace 2000 años un hombre llamado Jesús tomo nuestro lugar para que fuésemos salvos, el llamado es:

 

Cree que eres culpable y pecador

Cree que alguien murió por tus pecados

Cree que él te puede perdonar.

 

“Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor”. (Romanos 6:23).