16.
1+1= 4
Llevaban veinte años durmiendo cada uno en el mismo lado de la cama, cuando una noche, entre sueños ella ocupó el sitio de él y él el de ella.
Para los dos resultó una novedad enfrentarse al cónyugue por un costado diferente al habitual. El otro no parecía la pareja de siempre, sino un intruso que resultaba familiar, como si se hubieran conocido en otra vida.
Hicieron el amor con torpeza, pero con hallazgos sintácticos. de manera que, al levantarse, decidieron extender el cambio a otras rutinas de su existencia.
Así, él comenzó a ponerse a la izquierda de ella en la mesa y a su derecha en el sofá. En el coche, que él conducía, la mujer ocupó ese lugar.
Cambiaron sus vidas, haciéndoles tomar conciencia de unos territorios corporales nuevos. Entre tanto, sus fantasmas, abandonados, continuaron relacionándose con la rutina anterior.
Mientras se abrazaban, con la extrañeza de dos adúlteros, sus espíritus seguían jugando al matrimonio. Eran cuatro: dos reales y dos imaginarios.
Iban juntos a todas partes, con las posiciones respectivas invertidas. En los restaurantes, aunque sólo reservaban mesa para dos, se sentaban en realidad cuatro y discutían sobre las ventajas de la rutina frente a las de aquella novedad, sin ponerse de acuerdo.
Con el tiempo, regresaron por nostalgia a los lugares de siempre, encontrando sus huellas como las habían dejado. Volvieron a ser dos, y cuando imaginaban la posibilidad de ser otra vez cuatro, sentían una pereza enorme.