Los fantasmas que se arriman
A la orilla de mi asiento
Muy temprano en la mañana
Me preguntan al oído
Lo que hago en esta casa.
Los puedo escuchar temprano
Con crujidos y suspiros
Y sombritas que se arrastran.
Los fantasmas de la tarde
Se me acerca y me dicen
Que la casa está cuidada
Con historia de cien años
Entre plátanos y arces
Y una quintita que es de oro
Con los tomates y papas,
Los porotos colorados,
Las arvejas y las habas.
Los agujeros que vimos
En las paredes tan viejas
Fueron hechos hace tiempo
Antes que los arreglaran.
Las puerta con las bisagras
Sin aceite y oxidadas
Hacen ruidos que dan miedo
Como fantasmas caseros
Cubiertos de sábanas.
Telarañas se acumulan
En rincones de la casa
Para atrapar a mosquitos
Que se comen de pitanza.
Los ladrillos que se ven, las paredes,
Las ventanas, las cortinas y los pisos
Hechos con maderas anchas,
Dicen cosas del pasado
Cuando otra gente vivía
Y caminaba sin pausa.
Los fantasmas se amontonan
Y plantas que están afuera
Me arrullan desde la tapia
Saludándome con viento
Que va moviendo sus ramas.
Los fantasmas que no vienen
O que se van cuando hay sol
No me sirven para nada.
Los que se quedan conmigo
Y me hablan con nostalgia
Me hacen de compañía
En las noches de trabajo
En la casa centenaria
Con cuadritos y papeles
Colgados a la marchanta
Como amigos importantes
Mientras calculo los cheques
Que voy a pagar mañana.