MI GUERRA Y MI PAZ
Nosotros, los que arrastramos en la tierra la sentencia de la mortalidad..., los que sometemos al Alma y a la Carne a feroz escrutinio, los que vivimos las contiendas entre ambas y conocemos sus luces y sus sombras, sus gemidos agónicos, sus fugaces éxtasis...
Nosotros, los que nos doblegamos antes nuestros versos como juncos abatidos y dejamos que la ola de la Vida escriba en nuestra carne y la trascienda...
Nosotros, lloremos con humildad, y que nos sean perdonadas nuestras humanas lágrimas.
Cristina Cammarano
MI GUERRA Y MI PAZ
Con voces primigenias despuntaron sus guerras
Los días que estallaron los versos en mis venas:
Atados en lo alto se encumbraban los Verbos
Y en cadenas de barro mis carnes a la tierra.
Cuando la carne ardía su bulliciosa hoguera
Y en la cópula loca de ardores y de sueños
Se calcinaban juntos pensamientos y huesos,
Replegadas mis ansias, yo tallaba mis versos.
A veces, una brasa acechaba en la noche
Y una leona herida rondaba mis caderas
Con rugido salvaje, hendiendo el horizonte,
Y el implacable acoso sediento de las fieras.
A veces se llenaban de claridad mis ojos
Y pámpanos de plata cuajaban en mi puerta.
Y despuntaban dulces como tallos de azahares
Las novicias tan blancas de mis pálidas letras.
Hubieron otros días de paz y de sosiegos
Donde hicieron acuerdos la rosa con la piedra.
Ensayaron su danza de luz los colibríes
Y ondearon su melena de verde las praderas.
Mis pies trazaron rutas en los dos laberintos
¡Y lograron un pacto el Cielo con la Tierra...!
Tal vez por eso asoman mi carcaj y mis flechas,
Entre los pergaminos sedosos de las letras
En que lloran su leche de nácar los Poemas
Y aherrojadas cadenas atenazan mis piernas.
Ha de llegar el día en el que me sorprendan
Dos alas liberadas, por fin, de esas sentencias,
Y una suelta de pájaros ha de alegrar el alba
Y armisticio solemne detener la contienda...
Así con la impasible frialdad de las estatuas
Que se saben de mármol y se sueñan de cera
Un ángel victorioso bendecirá mis letras
Coronando de mirtos a mi paz y a mis guerras.
Cristina Cammarano