En el frío de mi cuerpo
solo hay hojas secas
ofreciendo sutiles caricias
en un duelo de manos vacías.
Un profundo insomnio
lento palpitar de madrugada,
agoniza en su desnudez
dentro de su perpetuo invierno.
Solo el frío cree en el calor
que otros sienten y poseen,
y las palabras sin eco
mueren como deseos mendigos.
Suplicando con lágrimas,
la orfandad que hiere
en ahogadas ausencias,
desnudas de fragancias.
Y se mecen sin alas
en un espacio sin alma
donde el corazón palpita
su soledad en el vacío.