Se detuvo el tiempo en silencio.
Se detuvo a mirar hacia atrás.
Se detuvo en el presente añorando el futuro
que nunca llegará.
Se regresó al pasado, a los miedos,
a las noches de imsonio queriendo recuperar
lo que nunca regresará.
Se congelaron facilmente las manillas del reloj
a las 12:20a.m, destruyendo por completo
los sueños, las ilusiones, y las risas
de tantas promesas hechas en la oscuridad.
Titureando las ilusiones ya bisecas
que cayerón de un verano al rojo-amarillo otoñal.
Deshaciendose de los nuevos inventos,
condenando a la caída de estos huesos
que levantarse jamás podrán.
Porque llegará viviente el fantasma de la soledad,
de las cosas que duelen y matan sin tener piedad,
denunciando un eterno invierno el que como fuego
en grado Fahrenheit ardera.