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Mar de arenas doradas
miro hacia el norte
buscando sobre las nubes tu rostro
pero solo encuentro tu astro
lejano y distante.
A lo lejos, como una sombra,
percibo los golpes nostálgicos
de una marimba encantada
Que soy de ella, y ella de mí
“las únicas que saben de flores,
son las mariposas; y las estrellas de ti”
Intento alcanzarlas para que me hablen de ti.
No viviré de mis recuerdos
ni de el son de un acordeón embrujado.