Por si te sirve de algo,
sabe que anoche
no pude bien pegar los ojos,
y no porque tenga la nariz en medio,
sino porque la tristeza me invadió;
mi corazón apesadumbrado
se esforzaba en palpitar,
faltome el aire,
esa opresión en el pecho
que no te deja respirar,
cubriome el velo obscuro
de la angustia,
sentí sobre mi cuerpo
algunas cien atmósferas
—tremenda la presión que me envolvió—,
sentí el temor
—me vino el pensamiento—
de amanecer cadáver,
pero aquí sigo,
aún repiro...
aún.