Recelo que carcome al verdecente
es tuya escarcha inigualable en brillo,
pones en pie al mismísimo rocío
cuando del ópalo brota aguardiente;
leen en tu tersidad los afluentes,
desazón corroe ahora amplios ríos,
retorcidos contigo como ansío
por a ti no poder ni parecerse;
tuya la escarcha y tuya tersidad,
tuya es la corona de este mio reino,
tuya la juventud, mas no piedad;
pues ni secundero ni eternidad
te remojarán en calas, no aún eres
ceniza y polvo, mas ser, lo serás.