Nuestras pocas arenas se han desvanecido,
nuestra tierra de mar se ha ido,
ya no es otoño, ni invierno,
y lo que no se ha ido se irá..
Así de rotundo,
así de efimero como un eclipse solar,
fuiste oscuridad en mi vida
y un amoroso despertar...
Y así,
con los hombros encogidos,
tal vez podríamos volvernos abrazar,
como dos viajeros perdidos,
que se encontraron una vez,
y sabrá Dios si se volverán a encontrar...