Fue mirarnos y fue vernos
y fue sentirte y amarte,
morir por acariciarte
con un sentimiento nuevo.
Mis pupilas te besaron,
que si es fuego el primer beso,
si es caricia y embeleso
no suelen darlo los labios,
lo dan los cinco sentidos
y entonces queda plasmado
y eternamente grabado
entre suspiro y suspiro.
Para alfombrar tus pisadas
creé un requiebro castizo,
elegante y exquisito
que hizo enrojecer tu cara,
y tu pelo de azabache
quedó enredado en mi alma
y, ya perdida la calma
perdí también mis cabales.
Mas todo quedó en la nada
y se evaporó en el aire
porque jamás, nunca, nadie
díjome de ti palabra.
Busqué por todos los mares,
revisé cien mil galaxias
y el rostro que yo anhelaba
no lo hallé en ninguna parte.
Hoy que pasaron los años
lanzo otro beso de fuego
y pienso que, allá muy lejos
mi amor lo estará aguardando
o es, tal vez, que mi inconsciencia
cuando cuenta mis arrugas
me devuelve en mi amargura
mi lejana adolescencia.
Viento de Levante