Que tu aparecieras como el sol
entre las ramas de los sauces
con tu vestido de organza blanca
deslumbrante como el astro rey
así quisiera que vinieras hoy….
Con los hombros descubiertos
y el escote de tu pecho con encajes de oropel
y las alas abiertas de una brillante mariposa
soportando el delicado altar sagrado
donde tus senos generosos se guardan exultados.
Te detuvieras en el zénit del cielo
y calentaras estos recuerdos viejos
que de a pocos se van entumeciendo
sin el brillo de tus ojos incendiarios
y sin el calor que ellos me daban.
Te has perdido como el oropel de la tarde
cuando el mar guarda en sus entrañas
el tesoro más preciado que el sol le envía
¡Su calor! que a través de sus aguas cruza
a secretas oquedades de su vientre.
Ni la luna es consuelo ya para mi pena.
Las risueñas estrellas que titilan sus desvelos
no hacen más que estrujar mi cruel tormento
de saberme, sin el calor de tu regazo amante.
Así partiré sin el beso de tu adiós…
cuando la muerte llegue.
Delalma
sábado, 30 de mayo de 2015