Las largas horas de un ayer que te sostuvo
Y que ya no existe te han perdido lejos de
Este mundo. Aún quedan cosas que sobreviven
A ese ayer que habitaste entre nosotros y que
Hoy parecen esperarte en vano: una Biblia, un
Álbum de fotos con rostros que hoy te han
Olvidado, copias de poemas diversos, el reloj
Que detuviste premeditadamente antes de
Tu último presente. También has dejado
Una hoja en blanco que no pudo merecer
La nostalgia de tus últimas palabras cuando
Ayer buscabas desencarcelar las horas.
En vano presentiste un verso y una crueldad,
Una despedida. No pudiste escribir nada.
La hoja hoy permanece en blanco, no pudiste
Sostener tu humillación en ella.
Un poema esperaste que te salvara en esa honda
Noche sin metáforas ni estrellas. Se agotaron en el mundo
Las estrofas, las corruptibles flores y los caminos
Circulares de los dos crepúsculos del día.
Un alto poema es aquél que provoca en el
Lector el deseo febril y codicioso de ser
Memorizado después de ser leído.
No esperabas esa gloria.
Tus versos serían una alternativa a no
Estar del todo muerto hoy que ya no
Existes. Ahora que la tarde está toda
Llena del sol que sentiste caer
En tus días.
Los recuerdos que te depredaron
Cada noche, ayer devoraron tus latidos.
Te fue dado saber que una sola sombra
Te desataría de este mundo. Hoy para otros
Son el basto imaginario de la muerte que
Tú conoces íntimamente, para otros son
Los libros, las estaciones y los calendarios,
La cinematografía y la necesidad de no estar
De continuo solo, el cielo de México que fue
De bronce y desventura, la música de la guitarra
En un patio.
Supiste al final que sólo una persona, perdida entre
Millones, te hacía falta a tu lado.
La hoja en blanco aguardará en vano estas
Palabras, ya te has ido. Fueron íntimas tus últimas
Ideas cuando las tres fatales agujas desarticularon
Tu presente y cada noche y cada rencor y ese único
Nombre que amaste.