Por años te noté como una certidumbre
te vi en el río pero no pensé que eras el río
te sentí en los árboles, quietos, meditando
o bailando el vals que les toca el viento.
Nada te negaba, todo eran pistas de tu paso
no sabía ¿qué eras? o ¿por qué no podía verte?
Te sentía en la forma de un murmullo cálido
llenando todo, el campo, el arroyo y el cielo.
Algo había en el sol, las flores y en los tallos
en el canto de las aves y hasta en el silencio
y tenía la sensación de que Tu me cuidabas
Estabas en mi mundo de campo y cafetales.
No estabas en cierta gente que vivía a mi lado
ni te oí en sus palabras muertas y punzantes
El aire, el verde y el viento, eran mi gran templo.
y la cosecha, el trabajo y la escuela era mi rezo.
Con el paso del tiempo supe algo de quien eres
que un día escogimos dejarte y nos perdimos
y por eso vivimos una vida en forma de muerte
y para darnos la vida moriste nuestra muerte
Siempre te busco en el bosque y el silencio
en la quietud de la noche en el jardín de mi casa
y siento como te gusta andar entre las plantas
Te siento estar conmigo fuerte como Padre
A veces siento un viento frío que viene de lejos
de donde no hay más aliento, ni trabajo o sueños
donde todo está deshecho y se reduce a humus
y me parece imprescindible que tengamos esperanza
Pues si todo acaba así y al final no queda nada
debe explicarse todo el tiempo que uno vive
ser parte de un sistema que vuelve y no se acaba
sin causa, sin motivos, dando vueltas por la nada.
Pienso del día en que venga el último momento
y me da miedo no poder irme contigo
No temo que no haya nada, eso es lo más fácil.
Temo estar corriendo el mayor de los riesgos
Jugando descuidado al borde del abismo
estar perdido sin remedio ni seguro
girando en círculo hacia un fondo oscuro
Acompáñame como en ese tiempo de niño
y déjame sentir la piel de tu mano de Padre
llevando la mía por el fin del buen camino
e irme confiado contigo a mi campo conocido.