A mi me reconocerán por lo que escribo
puesto que acostumbro a expresar mis sentimientos
impertinentes y enfrentado a que los vientos
tranquilos soplen o amenacen con derribos.
Y aunque reconozco dudar de lo que digo,
-el roble ha de permanecer con sus cimientos
sin importarle si agraciado es o mendigo
ni ceder a cantos de sirena o a lamentos-
observo patinar las aguas por el río,
cómo, a veces suaves, de pronto se enardecen
y avanzan decididas aún con más brío
hasta que ya al final los mares lo agradecen.
Mi pluma, patosa y triste, sin duda humilde,
como espiga que aposentada en sementera,
donde encuentra algo que decir, pone la tilde,
a los toros siempre observando en la barrera.
Alma de juglar, cardelina o mariposa,
vagando inquieta más allende de los mares,
ha subido al cielo o acabado en una fosa
sin oráculo al que acceder a sus altares.
©donaciano bueno