El amor quería llegar y no podía
no encontraba el lugar, se había perdido
y la única mujer que lo sabía,
prófuga entre el rencor y la poesía
no me decía donde estaba escondido.
No me daba una señal, una esperanza
un esbozo de luz, un tibio beso
en la neblina de la desconfianza
buscaba equilibrar una balanza
donde todo era dolor, sin contrapeso.
Hasta que un día sin saber quien eras
abrí la puerta de la madrugada
y en tu mirada vi crecer un río.
Dejé la vida para que me quieras,
te entregué un alma fiel y enamorada
para llevarme un corazón igual al mío.
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