Estuvo esperando la primavera
pero se le hizo muy larga la espera.
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Su mujer consentida se había ido
dejando su amor en profundo olvido
no importó lo que la había querido
ya ella había escogido otro marido.
.
Y él, preso de terrible confusión
recogió pedazos de corazón.
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Pedazos que unió de buena manera,
para otro amor mejor correspondido,
con el que nunca tuvo decepción
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela