Volar sinceramente
entre el cuerpo montañoso
de la boca sagrada del abismo
de la pluma que moja la hoja
entre los huecos del mundo
ojos ciegamente bellos
tu pequeño amor, pequeña.
Pero siempre hay
un poder especial en tu pupila
ese rayo impertinente
rozando y marcando
el rumbo, mi rumbo, nuestro rumbo
de juegos con los dedos.
Volar a sábanas destendidas
por el cuarto
por tu piel
por el sendero luminoso
de la muerte.