Tus manos todas llenas de surcos por la friega
de ropa ajena por una simple paga,
pero acarician suaves los bordes de mi cara.
Tus manos , compañera proletaria,
tienen las huellas del tragín continuo
del pueblo en sus luchas diarias.
Yo amo tus manos, torpes, duras
que se ponen suaves
cuando acarician mis manos
también explotadas.