Del acero candente te haré una figura
En la llama martillaré el calor elocuente,
Me dicte las Diosas entre la espesura
Del mazazo entre la roca frecuente;
Hasta conseguir ese relieve de tristura
De que te marchaste en la tarde hiriente,
Mi corazón te recuerda en la negrura
Que hizo el cielo dibujado en mi mente;
¡Oh, aciago este momento que me inspira!
Es la escultura de la ingrata que se aleja,
Te recuerdo como el gorjeo de la corneja;
Cuando de su nido el pájaro encendido
Se escapó de su lado, se aparta, se queja,
Dejando el mal sabor hierro entre las rejas.