Hoy me he sentado sobre la piedra
que yace junto a la palmera
y he visto al colibrí que cantaba sobre la flor del bajel,
los gnomos del aire han huido con el espíritu del agua
muy lejos de mis comarcas
y al fondo de mi patio cuelgan miserables higos,
huérfanos de estío.
Finales de Mayo y el otoño es inmenso como un túnel
largo atravesando mis sienes .
A veces es el viento, a veces, el cielo perfecto de las tardes
que recorre este epitafio y remarca el sino
aún anclado a los pies de mi árbol.
¿Adónde fue mi amor de miel y llanto?
la rosa lunar ya cerró su ovario frío,
y en mi boca apagué la espuma de otros vinos.
Me cansé de luchar, me marcho libre
principio y final es lo mismo en esta historia.
Atardece, afuera hace frío
y yo saldré a caminar sola por las calles,
sumergiendo en las sombras los ruegos,
que porfiados vienen por ti a mi fuente muda.
En las cuerdas de mi voz todos los vientos
quieren cantan tu nombre,
pero este amor de mentiras huele a jazmín seco,
¡tengo su hielo hirviendo en mi pecho!
A lo lejos se extingue la antorcha de Himeneo
agita la mortaja del recuerdo, suelo verla al final de las horas.
A la tierra nuevamente va mi corazón de cigarra
como una gran gota de sed arrodillada.
Alejandrina