Yo lancé a la mar un sueño
y el mar me lo devolvió,
yo pienso que él se creyó
que ese niño era aún pequeño,
que no sabría nadar
y antes que se fuera ahogar
de mi se compadeció.
Y otro día mandé un verso a navegar
en la piel de terciopelo de la brisa,
en un barco de vapor con su divisa.
Entusiasta yo me puse a contemplar
a ese viento que menguante recogió,
y plácidamente en ella se durmió
retornando enrollada en su sonrisa.
Y una vaca, imaginé que era lechera,
a un toro un día debía de lidiar,
intentando echarse al mundo por montera
se le olvidaron los trastos de matar.
Fue un segundo en el que el toro se arrancó,
malicioso, hizo un mohín y un ojo me guiñó,
haciendo a mi verguenza prisionera.
Yo vi florecer un día
a la vida en una rosa
y en sus pétalos mimosa
rezumaba la alegría
pero un día se murió
y tras ella me fuí yo
pues ella a mi me quería.
©donaciano bueno