Había una vez una casa tan pequeña, que era capaz de caber en la palma de tu mano. Como si fuera un presagio, un gran naufragio de querer navegar como un barco gigante, por los mares desérticos del océano Pinulo y así, tener la fuerza de un relámpago en medio del mar. Con estos dos ojos que lo miran con detenimiento. Buscaba la señal del cielo, cerca del horizonte, hasta llegar a otro país. Y así, poder descifrar que el destino era uno tierno con más colores que el mismo mundo. Y fue la casa tan pequeña que dejó una huella en la mano de su rastro al viajar por el océano Pinulo. Y fue una tormenta inmensa y grande y tempestuosa, que llegó a naufragar en el tiempo. Dice, Joco un pescador de brazos fuertes, y tosco, que viajó por los mares hasta hacerse rico son su pesca. Pescaba robalos, pez dorado, sierras y hasta tiburones. Él en su afán de seguir el camino de su padre, Jaco, se llevó la gran sorpresa de ver la gran señal del cielo. Y no era posible que se hundiera el gran barco de la casa de Wani en medio del mar. Y era simplemente una gran señal del cielo, como si fuera el final del mundo, que hoy atraviesa la humanidad.
Wani, es la dulce y encantadora niña que sueña con un irrealismo de su propia inocencia. Cuando sólo es el deseo de vivir bajo la señal del cielo, como la estrella de Belén. En un cielo mágico y lleno de luz. Como si fuera un halo en un sol esplendoroso de un mediodía de un día lleno de vida. Y así, fue que Wani en su imaginación e invento, sólo llegó con su numen a inventar que la señal del cielo fuera extrauniversal. Y fue un presagio de tormenta que solo sintió en su mano, una gota de lluvia en una casita de cartón que tenía en su mano derecha. Y fue tan grande su imaginación que sólo la llevó a viajar como capitán de una casa barco por el océano Pinulo. Y la gran señal del cielo vino en un relámpago casi mortal, se vino abajo la casa barco, se rasgaron las paredes y se hizo un gran derrumbe mental. E hizo una comarca de hormigas que ella creyó que eran tiburones, cuando solo fue la señal del cielo que vino. Y se puso el cielo con un flavo el sol de un dia en pleno verano. Como si fuera un destino casi irreal. El cielo abrió sus puertas al universo, dando paso a las estrellas extremadamente brillantes. Jaco, el pescador, que viajaba junto a Wani en la casa barco, también, presenció el instante en que el cielo dió la gran señal. Wani, en su mundo de ilusión creó un mundo de clase y aparte. Único en su momento. Y fue que su mano derecha se hirió con su casa de cartón, y la casa barco hizo una gran y profunda herida. Ella imaginó que su mano, con su casa barco, iba a descender de su mano, y fue que presintió el gran naufragio universal.
Wani, en su afán de obtener más riqueza mental, con su imaginación reinventa la osadía de esa vez. Que sólo le queda ver otra vez la señal del cielo. Y su madre la acompaña y le venda la herida con un vendaje para esa herida. Y presiente que su herida le da un dolor tan profundo, como la mordida de un tiburón.