Venido de las estrellas
Es un cometa furtivo,
Llegó esa luz tan bella
Del más allá primitivo;
¡Ay, qué alegría la de ella!
Estando en bastión cautivos
Ella y yo sin mil querellas,
Que se aprecian los olivos
En las ventanas de Marsella.
Presos de barrotes y cercas
Felices de tanto vivir,
Sin importar el salir
Como de peces albercas.
¿Quién me dijera?
Dos presos alegres, contenta
Tú, tal de mi lado estuvieras
Oponiéndote a las afrentas.
Qué ironía los amantes,
Gozando el claustro de felpa
El piso, el cuarto de los ausentes
Que se hallan en las celdas.
Disfrutando de los tiempos
Que pasan lo más violenta,
Envejeciendo los cuerpos
Arrugando las siluetas.
Así se fueron sus días
De cuatro paredes cubiertas,
Almas yacen en el cielo sueltas
Con espíritus de guías.