UN CRIMEN SIN NOMBRE
de Gayle Jones Staples
algo para reflexionar
(Día Internacional de los Niños Inocentes Víctimas de Agresión)
Me llamo Sarita,
y tengo tres añitos.
No puedo ver, pues tengo
hinchados los ojitos.
No hay duda de que soy
muy mala y muy tonta.
Por eso mi papá
muy enojado está.
Quisiera no ser
tan mala y tan fea,
para que mamita
me quiera abrazar.
No me dejan hablar,
ni puedo equivocarme;
pues de lo contrario
me encierran con llave.
Cuando me despierto,
me siento muy solita:
con la casa oscura
paso muchas horitas.
Si mamita vuelve,
me voy a portar bien:
¡para que no me peguen
una y otra vez!
¡Silencio!, no hagas ruido,
que puedo escuchar
que ha llegado papito
muy borracho de un bar.
Lo oigo que grita
con enojo mi nombre.
Ya no puedo huir;
¡y quisiera escapar!
Sus ojos malvados
buscándome están.
Tiemblo de miedo
y comienzo a llorar.
Me ve que estoy llorando,
y me insulta y me grita
que todos sus problemas
son por mi culpa.
Comienza a golpearme
y me abofetea.
Consigo soltarme,
y corro velozmente.
Él tranca la puerta,
yo comienzo a gritar;
contra una pared
me lanza sin piedad.
Caigo golpeada al suelo,
me siento adolorida.
Él grita maldiciones,
me ofende y me lastima.
Le pido me perdone,
pero ya es muy tarde.
Destellan sus ojos
de rabia y de odio.
Me sigue golpeando
sin misericordia.
¡Dios mío, yo te ruego
que termine el tormento!
¡Al fin ya termina!
Él sale insensible
y me deja tendida,
inerte, en el suelo.
Me llamo Sarita,
y tengo tres añitos.
Esta noche triste
me mató mi papito.1