Rodaste tan sincera por el paño celeste
y caíste de bruces con un tres entre tus piernas,
hubiera preferido nubes pero la barraca me persigue
y los huesos me duelen hasta las pecas.
Corazón siniestro ya deja de estar tan triste
y toca otra melodía para acompasar las penas,
solo sabemos que en la vida se gana o se pierde
y cuando se pierde se nos cae el alma de vergüenza.
Pondré tu rostro entre mis manos nuevamente,
soplaré fuerte y frotaré tu piel de primaveras,
agitaré lo que queda del amor hasta que al cielo llegue
y esperaré que en un tiro ganador me lo devuelvas.