Te veo, mientras desayunas
las manos finas, en la taza
cada uno de los dedos
los veo, mientras el humo
juega con tu mirada.
Angustiado, escondo la boca
tras la taza de café
y no pronuncio nada
de lo que debería decir.
Me detengo en tus cabellos
me enredo en los recuerdos
hasta que doblando la esquina
del último pensamiento
me topo con tus ojos
del sueño no dormido.
Sonrío dejando la taza
pero no puedo hablar
de mi boca no salen las palabras
esas, que debería decirte.