Vértebras de acero lamen el suelo.
Después del amor llega la negligencia,
la cicatriz en medio de la cerrazón furtiva
y la calamidad de sentir arrojos estomacales.
Hay réplicas que no se negocian
por mucho que el sol se muestre enloquecido
y los arcanos narren capitulaciones futuras.
He conocido un olfato ayer noche
que no deseó olisquear mi hosquedad
de quimeras malnacidas.
Ahora mi rutina no posee papilas gustativas
ni orificios nasales que puedan representar
el bálsamo apetitoso de un cuerpo desnudo.
Vértebras de acero lamen el suelo
mientras que en Occidente se empeña
en drenarse a sí mismo.