Vi una luz en la distancia, horizonte luminoso,
Donde todo es semejanza: cielo y tierra son un todo,
En ese sacro lugar apareció algo bello,
Con la luminosidad de un etéreo mensajero;
Lo miré casi extasiado, no lo miraban los otros,
Estaba desamparado muy pequeño y entre hinojos;
Esa luz era radiante, tenía forma de una cruz,
Creí ver por un instante divino cuerpo en azul;
Escuché en lontananza una voz serena y grave,
Que me dijo: -abre esa alma, te entregaré algo que vale,
Esa llave del secreto es el árbol de la vida,
Panacea, dulce sueño, que tu ansiedad, mitiga;
Me sentí tan extasiado, la verdad no comprendía
Como a un ser tan insensato, mensajero, lo elegía;
Sin embargo, yo escuchaba el divino mensaje:
Diles que todo es amor, sin amor todo es salvaje,
Que es más valioso el perdón, que mil rosarios fingidos,
Se deben preocupar por encontrarse perdidos
En un mundo de mentiras de fatales ilusiones,
Que yo valoro los hechos no hipócritas intenciones…
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