HOY DEBO DECIRTE ADIÓS (de mi libro “Poesía Extraordinaria”)
Hoy, veintisiete de abril del año noventa y ocho,
en Paraguay, Asunción, la “Capital del Amor”;
pero hoy, por una huelga grande (de transporte)
se hizo capital del terror...
El fenómeno “El Niño” que a la América castiga,
rayos y lluvia agregó, a esta nación que litiga
en conflictos de poderes por su identificación,
la corrupción no la deja, la democracia no es plena,
la ignorancia, la escasez, la incertidumbre, el estrés,
completan el triste cuadro de un pueblo que se aliena
obnubilando sus ojos, mareándose con cerveza
para no ver que la soga pasan por su cabeza.
Y todo esto es el marco en que te estoy esperando,
muy poco romanticismo, pues muy mal están las cosas;
ni siquiera esa rosa con que solía halagarte
hoy te traje... hoy no vengo a cortejarte...
hoy debo separarme de ti, hoy he venido a dejarte;
traerla sería un ultraje que te haría...
todo es feo... “vai eterei”[1]... ¡todo es una porquería!
Yo peleé por conquistarte pajarita paraguaya,
mi conciencia está tranquila, ¡todo de mí quise darte!
tú en cambio fuiste mezquina... ¡y cobarde!
No quisiste entregarte... y, aunque me diste tu cuerpo,
¡tu corazón me negaste...!
Lo nuestro ya terminó (si es que tuvo algún comienzo),
porqué, cuanto más lo pienso, veo que tú ¡nunca empezaste!
Ni siquiera lo trataste...
no me diste la oportunidad de enamorarte;
lo tuyo fue sólo un juego (el juego que juegas siempre),
resistirte al amor hasta producir el desgaste;
yo, procurando ganarte llegué hasta la adoración,
Dios es celoso y me habló, soy su siervo y esto es grave,
y me ha ordenado que pare...
Llueve ahora en Asunción, hay violencia por las calles...
te estoy esperando mi amor, porque tengo que contarte:
que hoy vine a decirte adiós... sí, que he decidido dejarte.
Tú sabes cómo te amé, y hay muchos más que lo saben;
los poemas que te hice van a inmortalizarte...
y aunque mi amor fue muy grande,
no alcanzó para los dos, ¡tú no pusiste tu parte...!
Por eso fue un casi-amor, y aunque yo puse la fuerza,
el valor, el sentimiento (y bien sabes que no miento),
tú sólo pusiste el “casi” ¡y por eso no alcanzó!
Hoy debo decirte adiós, y no es que yo lo quiera;
te seguiría rogando si por mí fuera...
mas tengo temor de Dios.
Tal vez muy pocos comprendan...
más no me importa que entiendan:
¡Soy yo el que va a sufrir!, aunque esto ya no me extraña,
y hasta sospecho que es maña ¡en la que quiero vivir!
Seremos buenos amigos y hermanos en el Señor,
vamos a seguir viviendo, aún a pesar del dolor,
tú lo harás a tu manera... y yo ¡cómo quiera Dios!
Me despido, pajarito... abro mis brazos y te suelto,
y te agradezco el ratito en que me diste tu cuerpo;
yo sé que un poco me amaste y te gustó mi calor.
Nunca voy a olvidarte ni tú tampoco podrás,
si no pudimos unirnos lo que tuvimos fue bueno,
y a esta herida del fracaso ¡los dos la compartiremos!
Al dejarte, mi piel dejo, siento que me estoy desollando,
por ti me sigo quemando y me consumo en mi fuego,
y aunque sé que te lastimo (pues me quieres seguir viendo,
que salgamos como amigos), lo que debo hacer haré:
y hoy debo cortar contigo...
Estoy en la Terminal (el lugar donde fueron nuestras citas),
con la huelga y la tormenta hasta dudo si vendrás;
mas si no es hoy, otro día será que te enterarás
que triunfó tu desamor, no porque yo no te amase,
sino que lo cansaste a Dios, le pediste un gran amor
y luego lo despreciaste... Él me ha ordenado dejarte...
¡y no pasará de hoy!
¡Adiós mi paloma herida... muñeca de porcelana!
Ante ti pasó la nueva vida que tanto querías hallar...
no quisiste renunciar a la antigua que llevabas
y preferiste el dolor...
Adiós te dice quien te ama... ¡Adiós te dice el amor!
[1] Feísimo (Guaraní).