Que sean para mí los besos de tus labios,
que desnude mi cuerpo el calor de tus manos,
me abrigue tu piel, cálida por mis besos.
Que sean para mí alboradas y ocasos,
entre aguas que corren, sobre el frío de arena,
entre rosas que abren, sobre un forraje siena.
Se abren con humedad, mis ojos, en el alba
y trazos de sonrisa delinean mis labios.
El corazón me anuncia un día para amarte,
queriendo escapar de su espacio y correr,
esparcir su llovizna de amor para bañar
sin tregua mis sentidos; imaginarte sol
con cálidos destellos y fascinante efecto
que me empuje a sentirte más que antes «ayer, horas».
Ecos de tu silencio los atrapa mi alma,
los sumerge en el cauce de amor de río en calma
y los vierte en mi mar irritado de anhelos,
océano escondido en albor y crepúsculo,
que ocupa la aridez de noches de desierto,
con entregas profundas, en un nuevo universo