Te conocí. Tenías la mirada llena de sueños, la cabeza con ideas y las ganas de luchar. Tenías todo de lo que carecía en aquella época y por eso, me siento con suerte por haberte conocido. Tenías la sonrisa chispeante pero, en el fondo, algo padecías. Había en tu forma de hablar un vacío y pronto sabría que ese puesto no era mío.
Tu luz alumbraba más que el propio sol en aquel día. Tu cara, reflejaba el éxito y el olor de tu camisa una vida en la cual no estaría. Siempre lo supe. Pero, vamos por partes, ¿por qué no te cuento la vida que imaginé contigo?
En mi vida a tu lado, visualizaba que serías la típica mujer de las series estadounidenses de los ochenta: esa que me esperaba para darme el beso de buenas noches y me enseñaba a ser mejor hombre regañándome por llegar tarde de alguna fiesta.
Te imaginé mía; quieta, llorándo a solas cuando nuestro hijo enfermara y sonriéndo en la graduación de nuestra pequeña. Imaginé que serías todo lo que no quisiste ser en esta vida: todo para lo que no naciste. Incluido claro, el gran amor de mi vida.
No sé si te parecerá pronto pero, te lo diré: cuando te vi me imaginé la casita con el manzano en el lado izquierdo, la valla pintada de blanco por reglas de los niños en preescolar y el auto rojo iluminado por el sol medio tapado por las nubes de algodón, que un día un pequeño artista que se llama justo como yo pintó en una mesa de jardín de infantes.
Ahora mismo, viéndote en las fotos imaginarias que me inventé de los dos, veo sin embargo, que las cosas pasan por algo y que fuiste mucho más feliz sin mí.
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No sé si aquí se manejarán las minihistorias pero, esta lo es. Es una especie de corto. Va en partes y esta es la primera. Se divide en 19 como es obvio en su título.
Espero les guste.