Porque el manantial se turbia y desborda
se empaña mi alma,
porque algo vital se fue por la borda
se empaña mi alma.
Porque el corazón, fuera lo que fuera,
nos unió en aquel sitio,
porque la razón, sea como sea,
nos parte de un grito.
Porque en la retina nos falta el recuerdo
de lo que ayer hicimos frente,
porque cesaron alegres encuentros
que lo hacían diferente.
Porque intervienen demasiados factores
que no puedo explicar,
porque tenía pomada pa’ los dolores
y ya no tiene necesidad.
Porque al principio todo era voluntario
y todo salía a la par,
y cuando el listo conoce lo dulce
ya no quiere la sal.
Porque al barrer van quedando cristales
y me pincho al andar,
y el futuro para el que yo caminaba
no termina de llegar.
Porque el silencio llena de yagas
la boca que calla,
y la sangre, con su sabor amargo,
todo lo amarga.
Porque en el norte no tienen azúcar
y sobran tiritas,
y en el sur, que tenían azúcar,
no las necesitan.
Porque adelante hay muchos caminos
y poca decisión;
sin conocer el camino apropiado
me decanto por vos.
Porque te quiero y todo es ameno
si a mi lado tú estás,
porque en el centro de toda mi vida
está tu cantar.
Está tu mirar, tu carita,
tu risa, tu boca, tu suave danzar,
tus caricias, tu miel, tu azuquita,
tu especial caminar.
En tus momentos, los malos y buenos
me quisiera quedar,
compartir tus risas y enfados
y poderte calmar.
Reponernos de tantos caminos
en ese gran manantial
que los abrazos y besos peregrinos
hicieron saltar
con tal fuerza que, después de todo,
llega hasta el mar
y en la marca de donde transcurre
va dejando atrás
piedras, montañas y surcos,
tierra, barro y sal.
Pasar por encima de todo
y, al final, llegar. Así es andar.
Desempaña mi alma si puedes,
lo puedes probar,
camina conmigo aún si llueve;
caminar a la par.
Caminando, pasito a pasito,
hasta llegar a ese mar
que con tiempo fuerza y cariño
creó el manantial.