Construímos hábitos como las hiedras.
que fijan su historia en un adentro,
tan salvaje y enmarañado que obviamos
dónde, cuándo y qué piedras.
golpean los bordes del ser que engañamos.
Construímos bloques de rutina.
con temores y cansancios,
y armamos el bosquejo del discurso,
lo llenamos de mensajes, de quehaceres,
de pequeños malestares sin refugios.
Y se nos quiebra la identidad,
pero sus despojos tienen raíces,
vida, pausas de cariño invertido.
Y nos operan los miembros de la sociedad,
con sus envergaduras y sus matices,
A lo mejor nuestras causas contienen su soledad.