a Jesús, por darme tanto
Abrí las puertas del Cielo,
mi Padre esperando,
abrazo infinito sin final ni principio.
Oh, Maestro y amigo,
Dios de las aguas y de la tierra,
¿por qué tú siempre me das la sonrisa?
A veces no puedo comprenderla,
pero tengo a las Tres Marías
que me acompañan.
Te busco entonces, Jesús,
abriendo el alma,
contemplando tu cariño
distante y cercano
moviendo en mí las hojas y el corazón.
Mi Señor, origen de lo creado,
la otra ala del mundo,
la nube que no encuentro
pues desde siempre está en mí
y en la palabra:
todas mis gracias a ti.
Hoy desciende sobre mí
para ser, junto a ti, un ángel más,
Hoy desciende junto a mí
para ser un ángel nuevo.