EL CLUB DEL VIDRIO (de mi libro “Poesía Extraordinaria”)
Cinco hombres en un salón con ruidos
de cristales chocando...
de risotadas saltando del y al vacío.
¡Truco! ... ¡Quiero! (aunque no puedo)...
¡Ja, ja, ja, te gané!... ¡Siga el juego!
Cinco hombres, cuatro sentados, uno parado;
cada cual con su copa en la mano,
cada cual con su diferente destino,
encontrados, pero no reunidos,
juntados para olvidar,
ayudándose unos a otros a durar
sin desesperar...
bebiéndose aún a la fuerza
más y más vino
o cerveza... ¡o lo que sea
(con tal que se suba a la cabeza)!
Lindo sonido, los vasos al chocar,
El ¡clin! da gusto al oído...
¡y el cigarrillo!... su punta de fuego
y su brillo...
su humo fantasmal de sueños dibujados,
de los que pueden ser dueños
por un momento...
alegría fugaz que ahoga el lamento
profundo y antiguo de almas ocres,
vacías, tristes, sucias, mediocres...
rito sagrado de los viernes por la noche,
de las tardes de los sábados,
de los domingos y los días en que no hay trabajo.
¡Envido!... mentira, gusto sin medida
por una no-vida de un si-fracaso
por el orgullo, por la ignorancia,
por el pasado, por la orfandad,
tal vez traiciones, por la maldad
y sobre todo, el peor engaño:
no haber amado o perdonado...
(no haber sabido ni sido enseñado).
El club del vidrio, en su esquina,
todos los días abre sus puertas;
junta a sus hombres, tiende sus mesas,
llena sus copas, hace su fiesta;
si quieres ven, llega, trae tu muerta
y pobre existencia...
únete a ellos, marca tarjeta,
finge que gozas, mientras tus ojos
también de vidrio, como en los otros,
hacia adentro lloran por los despojos
que están velando en ese velorio:
¡Ustedes mismos, aún libando
sus fluidos rubios, negros y rojos!