Valledor

Paseo

Este monte violento  de arenas de oro

mancha de aceite

y no puede mirar el paso de mi pena.

La flor esa sin nombre,

esa flor exhausta del amarillo al negro

en si misma decanta el universo entero.

Y los artos como dedos infectos

que señalan final.

Y los pinos que pierden sus pestañas

y sus ojos de otoño.

Y el humo de un hogar como un viejito blanco

 a tientas recorre los tejados con su manto de chispas.

El agua no llora

por los rabillos del cielo

ni por la comisura de las grietas del frío.

Yo paseo mi pena arrugada de hojas

y roja de estertores vegetales,

silentes y sumisos.