Más se yo señora vuestro gesto
Repentino que me ofreces,
Compuse a tu favor tantas veces
Que mi pluma se cansa de ello.
No logre sorprenderos con destellos
Las estrellas brillantes de mi bella,
Bien se convierte en maldad querellas
Los versos blanquecinos que se hieran;
Terminaron de romper al que lo dieran
Las razón del arrojo, el de perderte
Como parte una cadena fuerte hiciera;
Al que sostiene las esperanzas sellas
Cuando se confían al sinsabor hiriente
El joven enamorado de estas tierras.