Y callad a vuestras bocas
de suntuosas herejías
callad, antes que sonrías
golpeando hasta mis rocas.
Idos a pie por las pocas
tonsuras, y mientras sientas
al hombre que ahora tientas,
aquél que vas enfrentando,
tataranieto dejando
entre las bocas hambrientas.
Que a fuerza de la ternura
crepita en triste amapola
y, queriendo morir sola
se adormece de aventura.
Y donde la sepultura
asemeja a un triste ciego
consumido por el fuego
entre sus propias palabras
que desde las bocas labras
pregonando hereje ego.
Por eso hermano, no vayas
por ahí, un tanto distinto
entre tu menguante quinto
de nuestras séptimas rayas.
Entre cantos de soslayas
entregaros al averno,
y que muere de lo eterno,
de los ápices y puntos
de vuestros labios difuntos
y en la mentira su cuerno!
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John Morales Arriola.