Yo aquí a veces quisiera renunciar
a la patria del pueblo en el que vivo,
aun a fuer de tener que ser mendigo
de un permiso en algún otro lugar.
Pues los oriundos no saben apreciar
lo que otros reconocen de su historia
trucando la verdad de la memoria
y no le cejan jamás de denigrar.
¡Yo envidio a ese pueblo ecuatoriano
tan humilde, sencillo y tan chiquito,
que supieron lanzar en Quito el grito
sin ceder la altivez de ser indiano!
Felices de enseñar a visitantes
su pasado primitivo y colonial
y de ambos a la vez sentirse igual
lo que hoy son, que vinieron, los de antes.
Pues la historia es el bagage natural
de padres que a nosotros precedieron,
lucharon trabajaron y sufrieron,
realizando cosas bien y otras muy mal.
Es preciso estudiarlas a granel,
forzoso separar paja del trigo,
a los dos refugiando y dando abrigo
salvando con cautela ese dintel.
Que mirando al pasado siempre hay sombras
y entre esa oscuridad algunas luces,
evitemos poder darnos de bruces
empezando a mimar a las alfombras.
Y en la tela que forma esa maraña
valuemos el papel que ésta ha jugado,
¡lo que otros pueblos hubieran deseado!
aprendiendo a querer a nuestra España.
©donaciano bueno