Amada: Tu, mi puerta al cielo, mi escalera deseada al paraíso, gracias por este domingo hermoso, por todas estas horas que se me han hecho cortas, breves, leves, como un suspirar. Hemos construido hoy un puente que habrá de cruzarnos el Jordan, y enfilar nuestros sentidos hacia esa tierra prometida donde nuestras almas se entrelazaran al amparo de las atónitas miradas.
Amada, que dicha inmensa, yo enfrascado en penetrar en tus murallas, y ver con agrado que ya mi amor ha penetrado en tu sonrisa.
Quién lo diría, treinta y cuatro días de aquel encuentro deseado pero inesperado, subito, repentino y fantásticamente mortal, donde empezaron a morir los desagravios, las incertidumbres, las penas, y ese infinito loco, el amor, empezó a ocupar espacios, tiempos, sueños e insomnios. ¡ Que dicha!.
Ya falta menos para que me digas \"ven\", y ya falta menos para que corra, bueno, vuele a enfrentar la primavera, a perseguir el sol en su viaje hacia el oeste, y a incrustarme de golpe contra tus hermosos ojos.
Que día amada, que día tan sonoro.
Gracias.