El cielo amaneció
sin arte ni rima.
Contundido va este verso
despreciado por la luna,
un silencio desbordado,
una perla sin fortuna.
Siente el cielo su desprecio
a mi desierto solfeo,
a mis corrientes desnudas
de rojizo tartajeo.
La garganta está entreabierta
desnudando un canto muerto,
¡Ay la sangre coagulada!
¡Ay la furia de los versos!