Matilda
Me enseñaste
Me enseñaste a amar cada parte ti
a tenerte en mi mente como se tiene la vida,
Me enseñaste a amar el sonido de tu voz diciendo te quiero
a dibujar los fonemas de tus labios cuando pronunciabas mí nombre,
Me enseñaste a recordar con mis ojos cada línea de tu rostro
incluso el gesto previo a la aventura del beso,
que invadía sin pudor mi deseo de tener en mi boca el sabor de tu deseo.
Me enseñaste a amar las noches
cuando tu y yo dormidos y distantes
más cercanos en el lecho que el corazón del pecho.
Enseñaste a amar a éste corazón, exaltado con tu sola presencia
y hoy,
yo no sé como se hace para no extrañarte,
no sé como hacer que el corazón entienda tu ausencia
olvidaste enseñarme como dejan de extrañarse
tu voz, tu presencia y tus besos.