Él no se perdió de ella, ella no se perdió de él,
en realidad fue más terrible de lo que parecía,
pues ambos se perdieron el uno del otro,
ambos se perdieron de sus besos nocturnos,
de los abrazos de estrellas y sus eclipsantes miradas.
El porqué se perdieron el uno del otro ya no importa,
aunque eso sí, quizá lo más triste fue que el mundo
se perdió de sus risas y jugueteo, de un amor sincero,
de esos que tanto hacen falta en estos días
para iluminar al mundo y al cielo.